martes, 5 de abril de 2016

ANDÚJAR EN LOS VIAJEROS DEL SIGLO XIX

                En palabras de Aurelio Valladares Reguero “durante el siglo XIX el campo de la literatura viajera se amplía de forma notoria”[1]. No quedaba muy lejano el espíritu ilustrado del dieciocho que marcaba en su segunda mitad el carácter cultural patente en las fundaciones de las Academias, las Sociedades Económicas y el espíritu intelectual que llevó a muchos  a conocer una nueva realidad, su historia natural y social, sus fenómenos antropológicos y eso se consigue viajando, conociendo paisajes, viendo mundo para tener también algunas de las respuestas. Con la llegada del Romanticismo en el segundo tercio del XIX, bajo el concepto de la nueva estética, los viajeros recorrerán los diversos caminos de la geografía peninsular.

              España y en especial el Sur con el  Romanticismo  serán caldo de cultivo para viajeros en busca de un lugar.    Lejos quedaba en el tiempo el viaje de la comitiva de Cosme de Médici en el 1668-69 y más cerca el viaje de Antonio Ponz, este por encargo estatal para supervisar los bienes muebles e inmuebles de los Jesuitas expulsados por Carlos III. Al espíritu ilustrado se le unirá el espíritu de aventura y Andújar, determinismos aparte, será un punto importante en ese itinerario de lugar de paso.

          Importancia tendrán los caminos. En la memoria sobre  el estado de las Obras Públicas en España de 1856[2] al hablar de las Carreteras de España,  de la época anterior a 1749, leemos: “los caminos que antes de transcurrir la mitad del siglo anterior  existían en España, no eran más que unas simples veredas, en las cuales se mejoraban algún tanto de pasos difíciles, haciendo en ciertos casos, para salvar los principales ríos, trabajos, como puentes, y algunas otras obras de bastante consideración”. La citada memoria nos habla de los tímidos logros en la época de Carlos III en el que se hacían seis leguas de caminos por año.  En 1799, ya en el reinado de Carlos IV, se da un paso muy importante al crearse el Cuerpo de Ingenieros de Caminos y Canales del Reino para unificar todos los criterios referentes a la construcción de las infraestructuras viarias. Se avanza pero muy poco a poco, y así en el mapa que ilustra dicha memoria de diciembre de 1855, en lo referente a  la provincia de Jaén, solamente existen la carretera de Despeñaperros a Córdoba (la nacional IV hoy Autovía del Sur), la de Bailén-Jaén hacia Granada, Úbeda-Arquillos, Úbeda-Baeza y Jaén-Mancha Real. Todas las comunicaciones restantes eran caminos carreteros, vías pecuarias y veredas.

        El camino de Andalucía tuvo siempre una gran importancia y así antes del XIX en el reinado de Felipe V (1700-1746) por primera vez se encuentra una distribución radial de las carreteras en el Reglamento general expedido por S.M. el 23 de abril de 1720, para la dirección y gobierno de los oficios de Correo Mayor y Postas de España en los viajes que se hicieren, elaborado y redactado por el marqués de Grimaldi Pablo Jerónimo Grimaldi[3]. En este camino fue muy importante las obras del paso de Despeñaperros estrechamente relacionada con la política de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, proyecto colonizador que llevará consigo el arreglo serio del camino que las unía[4], dentro del tramo Valdepeñas-Andújar, dos ciudades que unían la meseta en La Mancha con el valle del Guadalquivir. La gaceta de Madrid de 15 de septiembre de 1783 publicaba la noticia de la terminación de las obras de Despeñaperros. El escritor Leandro Fernández de Moratín en 1797 dejaría escrito: “1 de febrero, salimos a las cuatro y media (de Bailen). Gran frío subiendo las cumbres de Sierra Morena por el hermoso camino de Le Maur. Es increíble el placer que se siente al caminar tan cómodamente en  medio de todo el horror de la naturaleza, peñascos desnudos altísimos que parece que a cada momento van a precipitarse, arroyadas profundas,  malezas intrincadas. Todo es terrible y grande, y esto se goza desde un camino solidísimo, suave, espacioso, que facilita la comunicación de la mayor parte de España con la abundosa Bética, con el Océano y con la América vencida que envía por allí  a su Príncipe sus ricos metales”.[5]

        Nada más comenzar el siglo XIX tenemos la interesante y curiosa novela gótica “Manuscrito encontrado en Zaragoza” de Jan Potocki publicada en 1804 en San Petesburgo y que se remonta a 1797 con numerosas escenas en Sierra Morena en donde Andújar como ciudad de paso y de posada tiene un relevante protagonismo, sobre todo en su primera parte.

         Veamos pues algunos testimonios de viajeros y escritores que pasaron por Andújar en un siglo tan interesante como lo es el XIX.



                Wilhelm von Humboldt (Friedrich Wilhelm Chiristian Carl Ferdinand, Barón de Humboldt) Postdan 1767, Berlín 1835, erudito y hombre de Estado, diplomático de Prusia, fue uno de los fundadores de la Universidad de Berlín (que hoy lleva su nombre). Hermano de Alexander que se dedicó a las Ciencias naturales y a la Geografía, Wilhelm se dedicó a las letras, a la literatura, a la educación y a la teoría política.

               En su “Diario de Viaje a España” (1799-1800) nos deja escrito: …rara vez se ve el rio y bien solo después de Andújar, donde se atraviesa por un puente. Sin embargo, el entorno es más ameno y en algunos parajes realmente bonito. Toda la zona está cubierta de árboles, alternando en ella, los olivos con las encinas. Los olivos están plantados en hileras que, por muy uniforme que sea esta regularidad, producen una visión muy placentera de la industria y el cultivo humanos. Andújar misma debe ser un lugar considerable, llegué de noche y no advertí más que la suciedad de las calles no pavimentadas. La torre de la iglesia principal tienen una peculiar forma gótica…..”



          Andrew Thomas Blayney, llamado barón Blayney (1770-1834) fue un militar irlandés, altamente dignificado que luchó en las campañas napoleónicas en España, sufriendo presidio en Francia al ser cogido en Gibraltar. Hombre culto escribió un relato de dos volúmenes de sus experiencias en las Guerras Napoleónicas - Narración de un viaje forzado a través de España y Francia como prisionero de guerra en los años 1810 a 1814, por el Mayor-General Lord Blayney (Londres, 1814).  

         Nos dejó escrito: “…….llegamos a Andújar, en donde me encontré con la sorpresa de que, me habían preparado un excelente alojamiento en la casa del Marqués de la Contadura[6]. Andújar es uno de los pueblos principales de Andalucía y posee unos catorce mil habitantes. Las calles son anchas, bastante limpias y varias casas tienen ese aspecto de comodidad que indica la riqueza de los propietarios. El Guadalquivir, después de haber serpenteado a través de un valle muy pintoresco, baña los muros de la villa a la que se pasa por un puente de piedra de varios arcos. El llano en que está situada produce en  abundancia vino, aceite y miel. El terreno de los alrededores del pueblo está compuesto de una arcilla blanca muy a propósito para la fabricación de loza fina. El pueblo posee fábricas de seda muy importantes ….”





            De la década de los años veinte, últimos años del reinado de Fernando VII, concretamente de 1828, tenemos el testimonio del estadounidense Washington Irvin (1783-1859). Washington Irving fue el menor de once hermanos, llevando su nombre en honor al primer presidente de los EE.UU. Apasionado por la lectura desde pequeño con libros sobre Robinson Crusoe o “Las Mil y una Noches”, se inclinó por estudios de derecho aunque su pasión era la literatura y el periodismo escribiendo artículos en el periódico neoyorquino “Morning´s Chronicles” En 1804 realiza su primer viaje a Europa visitando Marsella, Ginebra, España y Sicilia. La muerte de su prometida lo marcó para toda la vida pues permaneció soltero. En 1815 realiza el segundo viaje al Viejo Continente estando en él hasta 1832, viviendo en Dresde, Londres, París. El embajador americano en España lo reclama para que escriba sobre El Escorial y estudie los documentos sobre el Nuevo Mundo, hecho que realizará entre 1829-1832. En 1842 al 45 será embajador de los EE.UU en Madrid. Sus largas estancias en España le llevaron a conocer profundamente la historia y la literatura española y a identificarse de tal modo con su espíritu, que llegó a ser un hispanista de la más alta calidad, y seguramente el primero en la historia de su país. Fruto de ese trabajo serán sus obras “Historia de la Vida y Viajes de Cristóbal Colón” (1828), “Crónicas de la Conquista de Granada” (1829), y sobre todo “Cuentos de la Alhambra” (1832), completando su labor literaria con “leyendas de la Conquista de España” (1835). Escribió una biografía sobre George Washintong.  Entre 1860 y 1861 apareció póstuma una edición de las obras más importantes de Irving en 21 volúmenes. Fue muy popular en América en una nación que vio nacer y gestarse como país libre de la contemporaneidad. Tanto es así que en Texas existe la ciudad de Irvington en su honor. Curiosamente el nombre de “Gotham” de las historietas de Batman se le debe a él, pues así llamaba a Nueva York su ciudad natal.[7]

        Estando en Granada entre 1828 y 1829 escribió 37 cartas a familiares y amigos, un Irving que se muestra “atento, despierto y sensible” según María del Mar Villafranca, Un escritor más íntimo y soñador como nos dice Manuel Mateo Pérez[8].



      En la carta fechada el 1828 y dirigida a Antoinette Bollviller nos dejó escrito: “… los naranjos, áloes y mirtos comenzaron a hacer su aparición, sentíamos la cálida temperatura del dulce Mediodía y comenzamos a respirar el aire balsámico de Andalucía. En Andújar nos encantó el aseo y blancura de sus casas, así como sus patios plantados de naranjos y limoneros y refrescados por fuentes, pasamos una noche encantadora a orillas del famoso Guadalquivir disfrutando del aire suave de una noche meridional y regocijándonos en la seguridad de encontrarnos al fin en esta tierra de promisión…”





         Prósper Mérimée, nacido en París en 1803 y muerto en Cannes en 1870 (“mejor morir con calor” dejó escrito). Sus padres, gente acomodada y cultos, le propusieron que estudiara Leyes cosa que hizo, aunque él le hubiese gustado ser médico, se vio abocado a las letras, estudiando idiomas como el árabe, griego,  inglés y ruso, siendo el primer autor que introdujo obras rusas al francés. Se sintió atraído por dos países: Rusia y España. A España vendrá en 1830, estando en nuestro país desde junio a diciembre. En 1831 publica sus primeras Cartas sobre España. Su segundo viaje lo realizará en 1840, desde agosto a noviembre: el tercer viaje en 1845, desde octubre a diciembre; su cuarto viaje en 1846, desde junio a diciembre; su quinto viaje en 1853, desde agosto a diciembre; su sexto viaje en 1859, desde septiembre a noviembre; y su séptimo viaje en 1864, desde septiembre a diciembre. Todos estos viajes y encuentros en España generarían una literatura epistolar de 129 cartas, algunas extensas cartas, a muy distintos y diversos destinatarios que constituye su obra “Viajes a España”[9], siendo un testimonio de primera mano sobre múltiples aspectos de la vida española a mediados del siglo XIX, una España real, lejos de los tópicos y dada a conocer por un hispanista galo. Mérimée escribiría también como obras destacadas “Colomba” en 1840 y sobre todo “Carmen” en 1845 que inspiraría la ópera de George Bizet en 1875.

        En 1834 es nombrado inspector de los Monumentos Históricos Nacionales Franceses, labor que le llevaría a rescatar la colección de tapices medievales conocidos como “La Dama del unicornio”; diez años más tarde formaría parte de la Academia Francesa; en 1852 sería nombrado oficial de la Legión de Honor. En 1853 por la llegada a la política de Napoleón III es nombrado Senador, distanciándose de muchos amigos escritores e intelectuales, entre ellos Víctor Hugo, por sus elogios al nuevo régimen. Sobre el 1866 aparecerán los primeros síntomas de enfermedad del aparato respiratorio, no pudiendo ir a la inauguración del Canal de Suez a Egipto, en 1869,  invitado por el estado francés. En septiembre de 1870 se traslada a Cannes muriendo el 23, abatido físicamente por su enfermedad y anímicamente por la derrota de Francia frente a Prusia en la batalla de Sedán, lo que significaba el fin del Imperio Francés. Un hecho curioso: sus elogios a nuestro país entre los suyos tuvo una gran influencia, tanto que Emilio Huguenin Lhardy, pastelero de profesión y trabajando en Burdeos, abre en Madrid, en la Carrera de San Jerónimo, en 1839, lo que hoy es el Restaurante Lhardy[10].

       Mérimée en su primer viaje escribe una carta larga con el título “Los ladrones Españoles” que es publicada en la Revue de Paris el 28 de agosto de 1832. Habla de que ha estado varios meses en Andalucía, que es una tierra clásica de ladrones pero que él no ha encontrado ninguno, oyendo hablar de sus hazañas en las ventas –está claro que se refiere al fenómeno social del bandolerismo- pormenorizando en la figura de José María “El Tempranillo”[11] del que cuenta algunas anécdotas, una de ella en Andújar, escribiendo “.. He aquí otro ejemplo de su cortesía (refiriéndose al Tempranillo): se celebraba una boda en un cortijo en los alrededores de Andújar. Los recién llegados habían recibido las felicitaciones de sus amigos, e iban a sentarse a la mesa bajo una gran higuera delante de la puerta de la casa; cada cual estaba ya en disposición de dar gusto al diente…. De repente apareció un hombre a caballo, saliendo de un bosquecillo a un tiro de pistola de la casa. El desconocido saltó a tierra con presteza, saludó a los comensales,  con la mano y llevó su caballo a la cuadra. No esperaban a nadie pero en España todo transeúnte es bien recibido para compartir una comida de fiesta…. Mientras se preguntaban  quie era ese forastero, el notario de Andújar que asistía a la boda, se había puesto pálido como la muerte. Trataba de levantarse de la silla que ocupaba junto a la novia; pero se le doblaban las rodillas, y sus piernas ya no podían sostenerl. Uno de los convidados, sospechoso desde hace largo tiempode dedicarse al contrabando, se acercó a la recién casada:

-es José maría –dijo- O mucho me equivoco, o viene aquí para causar alguna desgracia. Va a emprenderla con el notario. Pero ¿qué hacer? ¿Hacer que se escape?

-imposible; José maría le alcanzaría pronto

-¿Detener al bandolero?

-Pero su banda está, sin duda,  en los alrededores; además lleva pistolas en la faja y nunca le abandona su puñal

-Pero señor notario ¿qué ha hecho usted?

- ¡Ay! ¡Nada, absolutamente nada!

Alguien murmuró bajito que el notario había dicho a su cortijero, dos meses antes, que si José maría iba alguna vez a pedirle de beber, debería de echarle en el vino una dracma de arsénico.”

    Al parecer José María sabía de las intenciones del notario y le “echó una mirada de tigre”. No pasó nada grave y la presencia del Tempranillo quedó en anécdota que Mérimée relata con más detalles.









      Unos años más tarde, ya con el Liberalismo implantado por la reina regente Mª Cristina de Borbón Dos Sicilias, por minoría de edad de Isabel II, y por lo tanto con el Romanticismo en nuestra piel de toro tenemos el testimonio del polaco Karol Dembowski, barón, viajero y escritor polaco del Romanticismo.

      Se sabe poco de este escritor que al final de la década de los treinta emprendió un viaje por España con la finalidad de ver la realidad de un país contrastando con la visión del Romanticismo. Conoció una España bajo la Primera Guerra Carlista manteniendo una relación epistolar con varios destinatarios entre ellos Merimée y Sthendal. Pudo reunir todas las cartas y en 1841 publicar  Dos años en España durante la Guerra Civil, 1838-1840”, en Paris con el editor  Charles Gosselin.

         Sus relatos reflejan el pintoresquismo del país pero también deja ver las consecuencias de la guerra como su brutalidad y la crisis social que genera sobre todo en las clases populares más desfavorecidas. Habla sobre algunas figuras políticas y militar de aquella España. Como hecho curioso visitó a Chopin en Mallorca, en Valdemosa, que vivía con Amandine Aurore Lucile Dupin, conocida por el seudónimo de George Sand que según describe Dembowski, tenían escandalizado a todo el pueblo por su forma de vivir. En 1931apareció  publicada su obra en Madrid.



         Desde Andújar, 14 de julio de 1838

     “.. desde ayer no caminamos más que de noche, y por la mañana hasta las ocho. Más tarde el calor es excesivo, y la reverberación del sol tan fatigosa para lavista, que no hay medio de estar en el campo, y hay que refugiarse hasta que llega la noche en el primer pueblo que se encuentra. El clima de Andalucía es tan ardoroso en estío que los mismos anadluces han de recurrir a precauciones  infinitas. Así en los pueblos se cierran todos los días las tiendas, cada cual se mete en sus casas y durante largas horas la tranquilidad de la calle no es interrumpida sino por el monólogo pregón de los valencianos que vendes horchatas heladas…”







    En la década de los sesenta fue el danés Hans Christian Andersen (1805-1875). Ya maduro entre el 4 de septiembre y el 23 de diciembre de 1862 realiza un viaje por España, impresiones que publicaría en Copenhage con el título “I Spanien”[12] en 1863. En el texto el danés deja ver la admiración por nuestro país dejando escrito “el mapa nos muestra a España como la cabeza de doña Europa; yo vi su preciosa  cara y no la olvidaré jamás”. La obra se publicó enseguida en Alemania y en Inglaterra debido a la categoría de su autor y a la temática del libro. La versión inglesa en 1975 de Grace Thorton fue seleccionada por la Unesco para su Colletion of Representative Works.

      Hans Christian nos deja un valioso testimonio acerca de las costumbres y de la vida cotidiana de España de aquellos años, llegando a conocer a algunos hombres insignes de letras como a Cánovas del Castillo, Eugenio Hartzenbusch o a Ángel María Saavedra,  Duque de Rivas. A España entra por Cataluña y pasa por Barcelona, Valencia, Almansa, Alicante, Elche, Murcia, Cartagena, Málaga, Granada, Gibraltar, Tánger, Cádiz, Sevilla, Córdoba, Madrid, Toledo, Burgos llegando a Francia por Biarritz. Según Marisa Rey, “la plasticidad de las descripciones, la agilidad de la prosa, y la agudeza mostrada para destacar entre la abigarrada realidad el detalle revelador o el tipo característico hacen de este relato un valioso texto literario y un documento histórico  de primer orden”.



      De su libro Viaje por España, de Andújar habla en el capítulo XV “A Madrid por Santa Cruz de Mudela” escribiendo “El trecho más largo de la línea de ferrocarril de Córdoba a Madrid aún no está completo; hay que tomar la diligencia[13]. Esta va tirada por diez mulas  que, sin consideración a lo accidentado del camino, corren a velocidad de vértigo. Así y todo hay que aguantar unas veintitrés horas dentro de este carromato para llegar a Santa Cruz de Mudela, desde donde hay vía de tren hasta Madrid[14]. En la diligencia sacamos billete hasta el término de la ruta; pensábamos descansar en Santa Cruz.

     La calle donde se encuentra la oficina de la diligencia en Córdoba es tan estrecha que ningún coche  puede pasar hasta la puerta; por lo tanto tuvimos que ir andando hasta la calle ancha más próxima, donde nos esperaba el transporte. Subimos a ella tan sólo tres pasajeros; así pues teníamos sitio de sobra. El coche no estaba mal y el tiempo tampoco, salió el sol; el mayoral chasqueó el látigo y gritó su ¡Arre, caballo desbocado!¡Gitana! ¡Golondrina!; todos ellos nombres significativos, se entiende. Salimos corriendo por la calle principal que bordea la Alameda y cruzamos la antigua puerta de la ciudad[15]; ante nuestros ojos se extendía la campiña, fértil y rica en olivos, pero escasamente habitada. Aún no se había puesto el sol cuando llegamos a Andújar, un pueblo que con sus tiendas  y multitud de gentes por las calles tenía un aspecto totalmente distinto al de Córdoba, con ser esta mucho más grande. Aquí se nos unió un compañero de viaje verdaderamente animado; no era joven, pero si enamoradizo como un fogoso doncel; a cada mujer que veía, ya podía ser todo lo vieja que fuese, él le echaba besos y piropos: ¡Tú estrella de mi vida!; ¡tú la de los ojos como soles!. El hombre se descomponía,, y cuando al anochecer llegamos a Bailén, se le notaba realmente cansado…”





                 De final del siglo XIX tenemos el testimonio del checo Otto (Ota) Pinkas (1849-1890), escritor que participó activamente en la vida cultural y social de Praga. De familia acomodada se dedicó a escribir obras de teatro, siendo aficionado a la fotografía. Hizo un viaje por España, Italia, Francia y Suiza, y sus experiencias las escribió en un Diario de Viaje lo que le valió para obtener la Real Orden de Caballería de Carlos III.

               Participa activamente en la vida cultural de Praga  y en 1880 es miembro del comité del Teatro Nacional y fundador de varios medios escritos, varias ciudades de Chequia le nombraron ciudadano honorario[16].



         De su Viaje por España en 1880 nos deja escrito “… el tren ha parado en una de las muchas  estaciones de ferrocarril. El calor parece ser insoportable. La parada dura alrededor de media hora. Hay muchas mujeres que están esperando de pie paradas alrededor y que sostienen barreños de la colada y ásperas toallas. Los pasajeros disfrutan de la oportunidad agradecida de lavarse, porque cuando llegan se asemejan más a obreros de la carretera que a pasajeros regulares. Los bonitos vasos de forma de pera, con los cuellos estrechos o de otras formas, llenos de agua, se ofrecen en abundancia. Todas estas cosas parecen muy populares aquí.

       Muchos vendedores se quedan pronto sin subsistencia ya que la demanda es muy alta. Aunque en cualquier otro lugar el vendedor se molestaría por no tener más mercancía para vender, aquí parecen felices con las modestas ganancias. Las jarras adornadas con relieves son relativamente baratas ya que son vendidas en 2 y ½ reales, incluyendo el agua. … el tren marcha hacia el sudoeste siguiendo la orilla del Guadalquivir…”




[1]La Provincia de Jaén en los Libros de Viajes” Ayuntamiento y Universidad de Jaén 2002. Libro muy completo sobre esta temática.
[2] Memoria sobre el estado de las Obras Públicas en España den 1856. Edición fascímil. Ministerio de Fomento 2001. Obra para celebrar el 150 aniversario del Ministerio de Fomento, página 16.
[3]  Tratado legal, y político de caminos públicos, y posadas. Dividido en dos partes. La una en la que se habla de los caminos, y la otra de las Posadas, y como anexo, de los Correos, y Postas, así públicas como privadas donde se incluye el Reglamento general de aquellas, expedido el 23 de abril de 1720. Tomado de Fernández Mesa, Tomás Manuel, Valencia 1856.
[4] Fundamental obra es las de Sánchez Lázaro, Teresa “Carlos Lamaur y el Canal de Guadarrama”. Colegio de Ingenieros de Caminos 1993.
[5] Manuscrito de la Biblioteca Nacional. Se trata de apuntes sueltos, escritos en varios trozos de papel. Tomado del libro “El camino de Andalucía. Itinerarios históricos entre la Meseta y el Valle del Guadalquivir” Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente. Madrid 1993. Bellísimo libro.

[6] Quiere decir Marqués del Contadero. Título dado por Carlos III en 1774 a Luís Pérez de Vargas y Pérez de Vargas. Posiblemente al marqués que se refiere sea Jerónimo Pérez de Vargas y Moreno o José María Pérez de Vargas Cárdenas, segundo y tercer marqués de Contadero respectivamente. La casa a la que se refiere era la de los Pérez de Vargas y Gormaz que estaba en la plaza del Castillo, desaparecida su fachada es hoy la de la Agencia Tributaria. 
[7] Wikipedia, enciclopedia libre.
[8] Cartas publicadas por el Patronato de la Alhambra.
[9] Manejo la edición de 1988 editada por Aguilar SA de Madrid con traducción, prólogo y notas de Gabino Ramos. “Viajes a España”, Prosper Mérimée. Uno de los mejores libros que se pueden tener en una biblioteca.
[10] Altabella, J., “Lhardy. Panorama histórico de un restaurante romántico (1839-1978). Imprenta Ideal 1978.
[11] Mérimée escribe “El Tempranito”
[12] Traducido del danés por Marisa Rey aparece en España en 1988 “Viaje por España” en la colección El Libro de Bolsillo en Alianza Editorial, Madrid.
[13] El ferrocarril llega a Andújar en los años 1862-66 cuando la  compañía MZA (Madrid Zaragoza Alicante) de ferrocarriles construye el tramo de Manzanares (Ciudad Real) a Córdoba. Del tramo Manzanares-Andújar, el desfiladero de Despeñaperros fue el más costoso y que más trabajo dio, dándose  su concesión el 8 de septiembre de 1860. El 15 de septiembre de 1866, la línea férrea por Andújar era una realidad. En el periódico “La Época” con fecha de 30 de septiembre de 1862 podemos leer: “en el día 26 del actual tuvo lugar la inauguración de los trabajos para la estación de Andújar en la línea férrea de Manzanares a Córdoba… en veinte lujosos carruajes se trasladó el ayuntamiento con los senadores, diputados provinciales, funcionarios públicos de todas clases, gentiles-hombres, títulos de Castilla, maestrantes, jefes y oficiales de la guarnición y un inmenso gentío, y precedidos de dos excelentes músicas llegaron al sitio designado por el ingeniero, unos dos kilómetros de la ciudad en la margen izquierda del Guadalquivir…” El ayuntamiento ratifica el acuerdo de edificar la estación en un pleno extraordinario el 21 de septiembre. El ingeniero jefe de la sección del ferrocarril era Mr Fragneau. (De mi libro “Andújar, una calle, un lugar” en preparación.
11Tardó diez horas  en hacer el recorrido.




[15] Se refiere a la puerta de la “Mal Muerta” que todavía hoy podemos ver en el barrio de Santa Marina. Torre albarrana de principios del siglo XV mandada hacer por Enrique III al primer corregidor de Córdoba Penedro Sánchez.
[16] Wikipedia, enciclopedia libre.

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